El agua es vida
La protección y recuperación de la vegetación nativa de nuestras cuencas es una posibilidad real de recuperar nuestra riqueza hídrica, como quedó demostrado en el estudio del docente e investigador de la Universidad Austral de Chile (UACH) Antonio Lara quién llevó adelante una investigación realizada en 6 cuencas de la Cordillera de la Costa en el área de Valdivia en las que se realizaron mediciones diarias durante 4 años; para resumir: Un incremento del 10% en la cubierta de bosque nativo en las cuencas produjo un aumento de 14% en el caudal de verano. Es un resultado que habla por si solo, más información acerca de este estudio en el siguiente enlace:
Cada día que pasa el mundo toma mayor conciencia de la importancia del agua y del cuidado que merece, lamentablemente en Chile el agua se ha utilizado de manera descuidada maltratando las cuencas y contaminando este recurso sin ningún criterio, en los últimos años sin embargo el país se ha estrellado contra la realidad de que el agua es un recurso limitado y cada vez más escaso; la notoria disminución de las precipitaciones, el aumento en las temperaturas, el derretimiento de los glaciares y el uso abusivo e indiscriminado de nuestros recursos hídricos, han dado como resultado una disminución de la calidad y cantidad del agua disponible que está impactando con fuerza en nuestra sociedad.
Nuestro país, generosamente provisto por la naturaleza en materia de recursos hídricos, se ha quedado atrás en la gestión de los mismos, solo reaccionamos cuando se presentan problemas como en el caso de Copiapó, zona que enfrenta una situación crítica por el agotamiento de sus fuentes de agua. Para dejar atrás el subdesarrollo no basta con llegar a ostentar un cierto PIB per cápita (un dato engañoso por lo demás), debemos ser proactivos y apuntar a soluciones a mediano y largo plazo. Para esto necesitamos líderes que sean capaces de pensar el Chile de 50, 100, 200 o, ¿Por que no?, 1.000 años más.
He escuchado en varias ocasiones que Chile se encuentra 50 años atrasado en la construcción de embalses, creo que es posible que los embalses permitan paliar transitoriamente el problema e inclusive sumar, al menos por un tiempo, nuevas tierras a la agricultura, pero ¿que sucederá cuando estos embalses comiencen a disminuir sus niveles de agua? (si es que llegan a llenarse alguna vez), casi todos los embalses existentes están bajo sus niveles históricos e inclusive en la cuarta región hay embalses que están prácticamente secos, claramente esta no es una solución de fondo.
Como piedra angular para la recuperación de nuestros recursos hídricos, sin excluir otros mecanismos como la infiltración de acuíferos por ejemplo, (en lo que también estamos muy atrasados) debemos promover la protección y recuperación de nuestras cuencas hidrográficas, entre otras fórmulas podríamos bonificar la protección del bosque nativo (en vez de bonificar su tala como ha sucedido con el fatal Decreto Ley N° 701 de 1974).
La renovación del D.L. 701 preocupa a la comunidad como podemos ver en el siguiente enlace:
Carta enviada al senado en relación con proyecto renovación del D.L. 701
Hace un par de años leí acerca del desarrollo de una nueva variedad de Eucaliptus nitens que podría ser plantada a mayores alturas (soporta mejor el frío) que la ya existente que, a su vez, se utiliza cuando Eucaliptus globulus (el más común de esta especie en nuestro país) no es viable por las bajas temperaturas, Seguir reemplazando el bosque nativo cada vez a mayores alturas sería claramente el objetivo de esta variedad, ¿Después de todo el daño que se ha hecho, se pretende seguir profundizándolo?, parece increíble que en Chile la relación entre la sustitución del bosque nativo y la crisis hídrica no sea un tema de estado, dado que el problema del agua es grave y se profundiza constantemente.
Primero que todo debemos tener presente que, terminado el desierto, no existe lugar que no forme parte de una cuenca. Donde termina una cuenca comienza otra, es decir no estamos hablando de zonas aisladas unas de otras dentro de nuestra geografía sino que estamos hablando de un continuo territorial, los sectores que principalmente debemos conservar y recuperar con el fin de mejorar nuestros recursos hídricos, son la Cordillera de la Costa y Cordillera de Los Andes, zonas donde nacen nuestros ríos.
En las zonas central y sur de nuestro país el bosque nativo ha sido fuertemente degradado, proceso que continúa actualmente, el D.L. 701 que bonifica las plantaciones forestales fue el punto de partida a un período durante el cual la superficie de bosque nativo disminuyó drásticamente siendo sustituido por plantaciones principalmente de Pino Insigne y Eucaliptus. Aunque el espíritu de esta ley consistía en aprovechar terrenos erosionados y otros sin valor agrícola, degradados, etc. lo que realmente se hizo fue sustituir bosque nativo por plantaciones de una manera brutal, las ridículas multas que debían pagar las empresas forestales cuando eran sorprendidas talando en pendientes mayores que lo permitido por la ley o cerca de los cursos de agua, les permitía simplemente sumar estas multas a sus costos con un mínimo impacto en sus utilidades, obviamente las plantaciones realizadas directamente sobre humus de bosque nativo fueron mucho más exitosas que aquellas realizadas en terrenos degradados, así que el reemplazo del bosque nativo fue la tónica durante varios años, miles de vertientes se secaron en los campos (proceso que ya venía ocurriendo, pero que se aceleró en esta etapa) y ahora por muchos de esos campos, paradójicamente, circulan en verano camiones aljibe repartiendo agua, muchos de esos suelos que fueron plantados sustituyendo bosque nativo ahora, tras un par de “cosechas” han quedado inutilizados, ya no fue rentable realizar más plantaciones en ellos porque la erosión los dejó inutilizables, obviamente estos suelos perdieron la capacidad de retener agua. Por otro lado en la zona central la presión sobre el bosque esclerófilo para habilitar terrenos agrícolas ha diezmado este ecosistema, no deberíamos extrañarnos entonces de que tengamos cada vez menos agua en verano. Es fácil culpar al cambio climático, algo externo a nosotros, algo que nos pasa y sobre lo que no tenemos control alguno, en vez de asumir la cuota de responsabilidad que nos toca por lo que está sucediendo y, comenzar de una vez por todas a tomar medidas “de verdad” al respecto.
El bosque nativo actúa como una gigantesca esponja absorbiendo el agua y relentizando su escurrimiento, precisamente uno de los principales problemas que tenemos en relación con el aprovechamiento de nuestros recursos hídricos, es la rapidez con que las aguas escurren hacia el mar. Una bonificación a la conservación y recuperación de bosque nativo es un camino viable que podemos y debemos adoptar.
Debemos ser capaces de pensar y expresar que país queremos dejar a nuestros hijos, nietos y sus nietos. Necesitamos que nuestros líderes tomen el toro por las astas, que nuestros empresarios se nieguen a maximizar sus utilidades “a cualquier costo”, este planeta es el hogar de todos los que lo habitamos.
Sería interesante conocer otros estudios que guarden relación con el del profesor Lara si los hay, sino deberían ser efectuados con el fin de conocer el comportamiento de estas acciones y medidas en otras regiones de Chile. No hay tiempo que perder, el momento de actuar es ahora.